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Cuando la vida sonríe

Cuando la vida sonríe •La vida escolar de dos niños Síndrome de Down: un camino de experiencias y sorpresas

Por Roberto carlos Delgado
Foto: José de la Rosa

Denly y Onelito tienen 15 años. Con el andar peculiar que los caracteriza recorren día a día el camino hacia la escuela Julián Reimundo Sánchez, en el municipio de Bolivia.

Ambos son Síndrome de Down, no les es posible comprenderlo y quizás por eso se esfuerzan para estar a la par de cualquier otro niño, con un poco menos de edad.

Solo tenían cinco años cuando la enseñanza tocó a sus puertas y, para suerte, un grupo de docentes decidieron acometer la singular faena.

No hay dudas de que existen profesiones que merecen que uno se quite el sombrero cuando se habla de ellas, y este es el caso. Trabajar con estos pequeños, no es sencillo, pero cuando la voluntad supera los límites, ninguna meta resulta imposible.

GANARLE A LA NATURALEZA

"Fue difícil, no sabíamos qué hacer, y todo nos parecía inalcanzable, en ocasiones, hasta frustrante.

"No tenían hábitos, derramaban alimentos al comer, eran poco comunicativos y se tornaban agresivos, incluso, en el proceso de aprendizaje, aunque nunca nos dimos por vencidas. Siempre estuvimos seguras de que lo lograríamos", asegura Mariniurjis Alfaro, quien protagonizó, junto a Concepción Acosta, aquellos primeros intentos, y hoy es la profesora.

"El progreso ha sido lento. Con canciones, cuentos y la utilización de innumerables medios de enseñanza, nacidos todos de las manos de sus maestras y auxiliares pedagógicas, fue posible ver los primeros resultados en el Preparatorio.

"Luego llegó el primer grado y, con él, la difícil tarea de enseñarlos a leer, escribir y calcular. La preparación recibida en el curso anterior resultó la base de cuanto nos propusimos.

"Con un método diseñado aquí, al que llamamos Combinación por etapas, y la ayuda de un especialista, comenzamos a trabajar. La diferencia radica en que este es mucho más lento que el tradicional y solamente aprenden dos o tres letras por grado", explica Yamilka Rodríguez Mera, la jefa de ciclo.

Cuando la experiencia tomó fuerza, surgió la idea de escolarizar a otros niños con iguales características, mas por decisión de sus padres solo se les brindó atención de manera dispersa, o sea, la maestra se trasladaba a sus casas y allí, con el mismo método, intentaba enseñarlos.

Han pasado los años y cada uno ha visto transformada su vida. Como los del resto de las enseñanzas, la computación y el programa audiovisual se han incorporado al proceso de aprendizaje.

Resulta impresionante verlos leer cualquier palabra o frase, y adicionar y sustraer con sobrepaso a un límite de 20, pero más sorprendente se torna cuando, sentados frente a una computadora, escriben su nombre o intentan dibujar en el Paint. Imágenes que, aunque sean captadas por el lente de una cámara, solo pueden ser valoradas por quienes llevan consigo la satisfacción de sentirse los únicos responsables.

ELLOS PUEDEN

Denly lo mismo canta, baila, que se deleita con alguna que otra película. Por su parte Onelito, trata de mantenerse a la par de su inseparable amiga. Ellos constituyen el trofeo más preciado de este centro escolar.

Mayelín Pérez Cervantes, bibliotecaria, cuenta: "Trabajar con este tipo de niños es reconfortante. Es verdad que requiere de un esfuerzo superior, pero también es cierto que la satisfacción de verlos hacerse camino por ellos mismos no se compara con nada.

"Hoy son diferentes, se comunican, ofrecen cariño, y son capaces de prepararse para el futuro, claro, con sus limitaciones."

Además de Matemáticas y Lengua Española, otras asignaturas forman parte del plan de estudio, entre ellas Conocimiento del Medio y Educación Laboral, esta última con el fin de adiestrarlos en las actividades que normalmente tienen que realizar en el hogar.

No se podría disfrutar de estos logros sin la ayuda de la familia, ella constituye el eslabón más importante de una cadena en la cual no es posible distinguir el mínimo vestigio de desesperanza.

"Son como mis hijos, los extraño, me preocupa cada uno de sus problemas. No consigo separarlos de mí. Creo que si pudiera tenerlos para siempre conmigo sería fantástico", asegura la maestra.

Ya Denly y Onelito están en noveno grado de la Enseñanza Especial, junto a otra pupila de primero. y, aunque no pueden demostrar todo lo que sienten, con solo uno de sus gestos dan fe de cuanto han recibido.

Allí la vida sonríe, y una experiencia hace de las suyas, mientras el inocente mirar de estos pequeños demuestra cuán grande es su agradecimiento.

2 comentarios

Jordan 6 -

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hola:
soy cubana.. me parece incerible que haya personas en el mundo que prefieran o enterarse de tareas como esta, yo quiero ser profesora y dedicaré mi vida y mi futuro a ayudar a niños con etos problemas..
felicidades a las profesoras, a las auxiliares y sbre todo a esos niños, porque ellos tambien son personas normales